15 de mayo: Vocación que transforma sociedades
Por: Editorial UNICLA
A lo largo de la evolución humana, nuestra principal forma de adaptación no ha sido únicamente biológica, sino también cultural. El lenguaje, la educación y las prácticas sociales han permitido transmitir conocimientos y experiencias de una generación a otra, conformando una herencia colectiva clave para el desarrollo social. En este proceso, la enseñanza ha funcionado como un medio fundamental para preservar y proyectar ese saber acumulado.
Aunque la profesionalización del magisterio es relativamente reciente, la acción de enseñar ha estado presente desde los inicios de la vida en comunidad. Así como la educación ha sido un motor del progreso humano, también lo ha sido la figura de quien la encarna: el maestro. Comprender cómo se ha construido esta vocación a lo largo del tiempo permite dimensionar su relevancia actual.

Fuente: Gaceta UNAM
Raíces de la vocación
A lo largo del tiempo, el enfoque de la enseñanza ha sido moldeado por las diversas etapas históricas. Desde las civilizaciones del Cercano Oriente, Grecia y Roma, hasta la Edad Media, las culturas mesoamericanas y la época contemporánea, cada periodo ha aportado nuevas concepciones sobre el conocimiento, la educación y el rol del educador. En cada etapa, la figura del maestro fue adquiriendo una mayor relevancia, hasta convertirse en un agente fundamental dentro de la estructura social.
Hoy, en pleno siglo XXI, la labor docente sigue siendo un pilar del desarrollo humano. Los maestros continúan guiando el aprendizaje en contextos cada vez más dinámicos y desafiantes. Su vocación, compromiso y capacidad de adaptación siguen siendo vitales en una sociedad en constante cambio. En reconocimiento a esta trascendental labor, México instituyó formalmente el 15 de mayo como Día del Maestro, como símbolo del valor que tiene esta profesión en el desarrollo de la sociedad.
La conmemoración de este día remonta sus orígenes a 1917, cuando, en el contexto de la elaboración de la actual Constitución Política, un grupo de diputados, muchos de ellos con trayectoria en el magisterio, propuso establecer una fecha dedicada a reconocer la labor de los docentes del país. La iniciativa fue aprobada, y el 15 de mayo de 1918 se celebró por primera vez el Día del Maestro en México (UNAM Global, 2023). Esta conmemoración invita a reconocer no solo la importancia histórica del maestro, sino también los desafíos y responsabilidades que enfrenta hoy esta vocación fundamental para el desarrollo social y educativo del país.
Ser maestro hoy: entre vocación y adversidad
El magisterio en México enfrenta hoy una realidad compleja y llena de retos. A pesar de contar con más de 1.7 millones de docentes, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI, 2020), las condiciones laborales y los desafíos estructurales siguen siendo una constante en todos los niveles del sistema educativo. Los bajos salarios, la creciente carga administrativa y la precarización del empleo son factores que afectan gravemente el desempeño de los maestros, especialmente en zonas rurales y marginadas. En promedio, los maestros de primaria atienden a 24 alumnos y los de secundaria a 16, una carga que, si bien parece manejable, refleja una alta demanda ante la escasez de personal y una consecuente disminución en la calidad educativa (IMCO Staff, 2023).
Esta realidad también se extiende al nivel superior. Aunque el 91% de los docentes universitarios cuenta con un contrato por escrito, solo tres de cada cuatro tiene base, mientras que el resto labora bajo contratos temporales. Además, uno de cada cinco ejerce la docencia como segundo empleo (INEGI, 2020), lo que evidencia la insuficiencia de ingresos y la inestabilidad laboral incluso en los niveles más avanzados del sistema educativo.
Este panorama revela un desfase entre el reconocimiento simbólico de la labor docente, como el que se otorga en el 15 de mayo, y las condiciones reales en las que los maestros realizan su trabajo. Celebrar su vocación un solo día al año no es suficiente. Es crucial que las políticas públicas acompañen este reconocimiento con medidas que dignifiquen la profesión, atiendan sus derechos y fortalezcan su formación. Reflexionar sobre esta contradicción es urgente para construir un sistema educativo más justo y humano, donde la vocación no sea una exigencia heroica, sino una tarea respaldada, valorada y acompañada de las condiciones necesarias para su ejercicio pleno.
¿Cómo dignificar la docencia?
Dignificar la docencia requiere reconocer de manera integral la labor de quienes educan. Para lograrlo, es necesario fortalecer las condiciones laborales del magisterio, garantizando estabilidad, sueldos justos, acceso a seguridad social y oportunidades reales de desarrollo profesional. Además, deben impulsarse programas permanentes de formación y actualización que respondan a los retos contemporáneos del aula, como la inclusión, la digitalización y la atención emocional de los estudiantes.
Por otro lado, es fundamental visibilizar el valor social del docente en los discursos públicos y en los medios, rompiendo con la narrativa que los responsabiliza individualmente de las fallas del sistema educativo. La docencia no puede seguir siendo vista como un sacrificio personal o una labor heroica, sino como una profesión estratégica para el bienestar colectivo.
Dignificar al maestro también implica escucharlo, incluir su voz en el diseño de políticas educativas y reconocer su experiencia como base del cambio pedagógico. Solo así se construirá una cultura que valore realmente la enseñanza como una práctica transformadora, arraigada tanto en nuestra historia evolutiva como en los principios de justicia, equidad y progreso social. En este sentido, las instituciones educativas tienen un papel clave para encabezar este cambio.
UNICLA y el compromiso con quienes enseñan
En la Universidad Contemporánea de las Américas (UNICLA), la labor docente es comprendida como el eje fundamental de la vida académica y el motor que impulsa el desarrollo de la sociedad. Reconocer su valor no solo implica mejorar sus condiciones laborales, sino entender que cada maestro y maestra representa una fuerza activa de transformación social. La docencia no es únicamente una función educativa; es un acto que deja huella en la construcción de un país más justo, informado y consciente.

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Por ello, UNICLA ha apostado por una cultura institucional que dignifique la enseñanza. A través de programas de formación continua, espacios de acompañamiento y reconocimiento, así como el impulso a la innovación educativa, se promueve una comunidad docente en constante desarrollo. La participación activa del profesorado en congresos, redes académicas y publicaciones fortalece no solo su crecimiento individual, sino también el impacto colectivo de su labor.
Desde esta visión humanista, enseñar en UNICLA es más que una tarea profesional: es una vocación respaldada por un compromiso institucional firme. Porque solo reconociendo el valor de quienes enseñan como verdaderos motores del cambio social, podremos avanzar hacia un modelo educativo más equitativo, significativo y transformador.
Referencias informativas:
- UNAM Global. (2023, mayo 11). Día del Maestro en México. https://unamglobal.unam.mx/global_revista/dia-del-maestro-en-mexico/
- INEGI. (2020, 2 de octubre). Estadísticas a propósito del Día Mundial de los Docentes (Enseñanza superior) [Comunicado de prensa Núm. 452/20]. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2020/DOCSUP_Nal20.pdf
- IMCO Staff. (2023, mayo 11). Día del Maestro: atender los retos de la docencia para mejorar la educación. Instituto Mexicano para la Competitividad. https://imco.org.mx/dia-del-maestro-atender-los-retos-de-la-docencia-para-mejorar-la-educacion/

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