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La lactancia materna: un acto de amor, nutrición y derechos humanos

Por: Coordinación del Área Salud UNICLA

Introducción

La lactancia materna no es solo una práctica biológica: es un acto profundamente humano que entrelaza el amor, la salud y el respeto por los derechos fundamentales de madres e hijos. En un mundo donde las estadísticas de salud pueden parecer frías y distantes, recordar el valor emocional, social y cultural de amamantar es un llamado urgente a la empatía y al compromiso comunitario. Porque en ese acto íntimo y cotidiano se teje futuro, se construyen vínculos y se afirma una decisión que necesita apoyo, no obstáculos.

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Fuente: Freepik

Lactancia: vínculo vital desde el nacimiento

Desde el primer momento en que un bebé es colocado sobre el pecho de su madre, se activa un vínculo poderoso que trasciende lo físico. El contacto piel con piel, el olor materno, el calor del cuerpo y el sabor del calostro son estímulos que ayudan al recién nacido adaptarse al mundo exterior. La lactancia es su primer idioma emocional. Le dice al bebé: “estás a salvo”, “te amo”, “te cuido”.

Desde la ciencia, sabemos que la leche materna es el alimento más completo: contiene proteínas, grasas, azúcares, anticuerpos, hormonas y células vivas que protegen contra infecciones y enfermedades. Pero desde una mirada más profunda, la lactancia es también el inicio del apego seguro, la base para una salud emocional sólida.

El derecho a lactar: una causa social

Amamantar no es solo una elección individual: es un derecho. La Organización Mundial de la Salud y la UNICEF recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y complementaria hasta los dos años o más. Sin embargo, muchas mujeres enfrentan barreras que dificultan ejercer ese derecho: horarios laborales inflexibles, falta de espacios dignos para lactar, presión social, desinformación o incluso violencia obstétrica.

Apoyar la lactancia materna no es romantizarla ni imponerla: es garantizar que cada madre tenga la libertad, el conocimiento, el acompañamiento y el entorno necesario para decidir con conciencia. Es deber de la sociedad construir redes de apoyo reales, libres de juicios, que reconozcan que cada experiencia materna es única y valiosa.

Empatía como base para el cambio

En comunidades donde se protege y promueve la lactancia materna, se genera un efecto dominó de bienestar. Los bebés presentan menos enfermedades respiratorias, menos riesgo de desnutrición y una mayor conexión emocional con sus madres. Las mujeres, por su parte, disminuyen su riesgo de padecer cáncer de mama, de ovario y otras enfermedades crónicas.

Pero además, amamantar es una forma de resistencia frente a un sistema que, muchas veces, desvaloriza lo femenino, lo materno y lo humano. Es una oportunidad para generar políticas públicas con rostro humano, para capacitar al personal de salud con sensibilidad cultural, para educar sin culpabilizar y para poner en el centro de la salud pública el respeto por la vida desde sus primeros días.

Lactar también es cuidar la salud mental

La lactancia no siempre es fácil. Dolor, agobio, tristeza, ansiedad, dificultades para el agarre… son realidades que muchas madres enfrentan en silencio. La romantización excesiva ha llevado a que muchas se sientan culpables si no pueden amamantar como se espera. Por eso, hablar de lactancia materna también implica hablar de salud mental perinatal, de redes de acompañamiento psicológico, de validación emocional.

Una madre que no puede o decide no amamantar también merece respeto, cuidado y comprensión. Humanizar la lactancia es reconocer todas las historias, todas las maternidades.

La lactancia materna representa mucho más que una práctica alimentaria: es una manifestación concreta de cuidado, dignidad y del derecho a comenzar la vida con el mayor bienestar posible. Cada madre que amamanta, con amor o entre dificultades, está escribiendo una historia de entrega que merece ser reconocida, protegida y acompañada.

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Como sociedad, estamos llamados no solo a informar, sino a crear entornos donde esta etapa vital sea vivida con tranquilidad, apoyo y respeto. Desde los sistemas de salud hasta los espacios laborales, desde la comunidad hasta los medios de comunicación, el mensaje debe ser claro: “amamantar es un acto profundamente humano que merece respaldo, no juicio”.

Fortalecer la lactancia materna no es imponer, sino abrir caminos; no es idealizar, sino humanizar. Es abrazar la diversidad de experiencias maternas y construir, desde ahí, una cultura que valore la vida desde su inicio, con empatía, conciencia y corazón.

En cada gota de leche materna hay más que nutrientes; hay historia, cultura, memoria y esperanza. Si como sociedad aprendemos a mirar la lactancia con ojos de empatía, podremos construir un futuro más sano, más justo y más humano para todos.

Referencia informativa
World Health Organization & UNICEF. (2023). Infant and young child feeding recommendations: Exclusive breastfeeding for the first 6 months, complementary feeding with continued breastfeeding up to 2 years or beyond. Ginebra: WHO/UNICEF. www.who.int/publications/i/item/9789240081864

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