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Consciente de la salud: El bien-estar es al cuerpo humano lo que la conciencia es a la promoción de la salud

Por: Área de la salud UNICLA

Esta analogía nos permite pensar en las implicaciones que tiene la conciencia, y sobre todo, la toma de conciencia de la salud, en la promoción de la misma. Uno de los temas complejos en la actualidad, tanto para la neurología como para la filosofía, y aún para la psicología, es la estructura y el funcionamiento de la conciencia. Este tema es totalmente recurrente para pensar la salud en el escenario de su divulgación. La promoción de la salud exige de la humanidad la toma de conciencia; al menos, estas son las voces que se reconocen en la vida cotidiana cuando enunciamos que hace falta conciencia frente a las enfermedades, la prevención o recomendaciones médicas. La conciencia de la salud está inmersa en la promoción misma, y está atravesada por el conocimiento científico y técnico que poseen los profesionales en relación con la práctica. Sin embargo, pensar en la toma de conciencia implica unas reflexiones adicionales.

El tema de la conciencia es hechizante; el enigma habita en las entrañas mismas de su estructura. Inicialmente, este fenómeno refiere a la experiencia que los seres humanos tienen consigo mismos, de tal manera que la conciencia hace posible saber de nosotros, de nuestros estados corporales, de nuestras posibilidades de existencia con calidad de vida. “Sin conciencia, es decir, sin una mente dotada de subjetividad, no sabríamos quiénes somos y qué pensamos”.

Fuente: Freepik

Tener o estar consciente, entonces, implica más que la expresión de un hábito, es saber de nosotros mismos, saber de la fragilidad a la cual todo ser humano está expuesto, saber que los seres fluyen en los éxtasis temporales, esto es, que “el pasado deja una huella en la materia, por tanto, pone un reflejo en el presente y por tanto siempre está materialmente vivo”.

Ser consciente es saber que el futuro presiona de tal manera el presente hasta que lo lanza al abismo más profundo del pasado, ser consciente de la salud es saber que estamos atrapados en un presente que se desvanece con el transcurrir del tiempo y con ello todo lo que se hace o lo que se deja de hacer. La conciencia de la salud implica mínimamente el autoconocimiento de nuestra condición en la dialéctica salud-enfermedad.

Los seres humanos se dicen a sí mismos, se interpelan y, aunque algunos no se hacen caso, el llamado persiste, como la facultad que todos los sujetos poseen intrínsecamente a su existencia de llamarse a sí mismo. “La conciencia se revela como llamada del cuidado”.

El cuidado se da en los momentos en que el sujeto se vuelve sobre sí mismo, se valora, se evalúa, es consciente de su ser y de sus situaciones, de su existencia temporal y espacial. “La llamada de la conciencia tiene su posibilidad ontológica en el hecho de que el Dasein en el fondo de su ser es cuidado”.

Conciencia, salud y cuidado son temas que se revelan en las vivencias intencionales que visibilizan las condiciones humanas de hombres y mujeres que habitan en los límites de la fragilidad. El cuidado y, aún más, el autocuidado, es el basamento de la conciencia como llamado de sí mismo; y aunque este fenómeno transita al cuidado de los otros, su fuente coexiste en el sí mismo pues, ¿cómo podemos pensar en cuidar a los otros si no es de la experiencia del cuidado consigo mismo?

La conciencia de la salud exige una cultura del cuidado a partir de la formación que nace del oírse a sí mismo, a partir del diálogo interno que cada ser humano construye en su propia intimidad a partir de la experiencia de la dinámica salud-enfermedad, a partir de la conciencia del cuerpo inmerso en el fluir temporal, a partir de la conciencia de nuestra existencia en relación con lo otro y con los otros como sujetos de un mismo mundo, de un mismo territorio, contemporáneos, compañeros de generación.

Fuente: Freepik

Conclusión

Todo el mundo desea una vida sana y plena, experimentar bienestar y satisfacción vital, emociones positivas y ser feliz. No lograrlo es fuente de insatisfacción, depresión, desesperanza e, incluso, causa directa o indirecta de suicidio. La literatura al respecto, desde el ámbito de la filosofía, como de la psiquiatría y de la psicología, así como de la antigüedad a nuestros días, lo atestigua poniendo en evidencia que la promoción de una vida sana desde los puntos de vista físico, psicológico y social constituye, por tanto, un valor y una necesidad sociopolíticos y sanitarios de primer orden.

Un conocimiento mayor de las relaciones entre bienestar y salud puede dar lugar al desarrollo de programas de asesoramiento e intervención que faciliten y potencien patrones de vida saludable, tanto desde el punto de vista físico, como psicológico y social. Sin ninguna duda, la mejor política socio-sanitaria es la prevención. Y, en relación con la salud, la prevención es un objetivo fundamental pues el futuro de la sociedad en su conjunto depende en buena medida de ello. La salud no puede ser sino un objetivo fundamental y prioritario de toda sociedad moderna y democrática, interesada en el bienestar de sus ciudadanos, el cual es, a la vez, resultado y promotor del progreso social.

Referencias

  1. Damásio A. Y el cerebro hizo al hombre. ¿Cómo puede el cerebro generar emociones, sentimientos y el yo? Barcelona: Destino; 2018.
  2. Bachelard G. La intuición del instante. México: Fondo de Cultura Económica; 2019.

Blog en colaboración con: L.E. Eduardo López Moreno

Fuente: Freepik