De amor y otras reacciones: ¿quiénes son los involucrados?
Por: Subdirección de Investigación
A propósito del 14 de febrero y todo el ambiente de amor que se manifiesta en torno a esta fecha tan especial en el calendario y tan anhelada por los enamorados, nos surge la duda: ¿realmente el sentimiento de amor se manifiesta desde el corazón?
La evolución del humano a lo largo de la vida en el planeta ha permitido el desarrollo de sistemas anatómicos y mecanismos bioquímicos únicos que permiten el compromiso con los del entorno y la sociabilidad selectivamente recíproca. Por consiguiente, somos una sociedad que (como sucede en otras especies animales) desarrolla relaciones selectivas y duraderas entre adultos como un componente para garantizar la perpetuación de la especie, con varias características de lo que los humanos experimentan como “amor”.
Pero, ¿qué es el amor? Este concepto es definido por la RAE como “sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.
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Y entonces, ¿de dónde proviene este sentimiento?, ¿cómo una persona es capaz de sentir tal cosa? El camino para descubrir la respuesta a estas interrogantes es amplio y se remonta al antiguo Egipto donde los médicos consideraban al corazón el lugar del conocimiento, de nuestros pensamientos y los sentimientos. El mismo concepto permanecía en la antigua Grecia, donde el corazón era considerado también la casa del alma, el centro de la mente, de la lógica y del pensamiento. Incluso este concepto fue adoptado por el filósofo Aristóteles. Sin embargo, Platón fue el primer filósofo que había considerado al cerebro como el órgano de la ideación, sin ninguna prueba científica propia. Al día de hoy, se conoce más claramente la composición y los procesos que se generan en este órgano y ¡claro!, parte de la maquinaria del amor nace aquí.
De hecho, la biología del amor se origina en las partes primitivas del cerebro, en especial del sistema límbico –componente emocional–, encargado de generar y controlar las emociones. El hipotálamo, una pieza clave de este sistema límbico, secreta sustancias como la feniletilamina (FEA), que a su vez produce la liberación de dopamina, oxitocina, serotonina, noradrenalina, vasopresina, endorfinas, entre otras. Todas estas sustancias se vinculan a vías autorregulatorias que promueven la señalización nerviosa relacionada con el amor materno, el amor romántico, el amor sexual y el apego a ciertas actividades.
Entonces, el amor (romántico y/o sexual) es concebido como una combinación de sensaciones (por ejemplo, felicidad apasionada, euforia, excitación, risa, satisfacción, entre otras), que lleva un proceso que se da por etapas:
Etapa 1: el primer paso para el enamoramiento se relaciona con los sentidos. Es evidente que de la vista nace el amor, debido a que al ver a la persona que te atrae, se produce un contacto visual que genera una descarga eléctrica en nuestro cerebro que lo pone en un estado especial que conduce a la estimulación de un conjunto de células en el sistema límbico, que a su vez secretan un químico conocido como FEA. Aunque también podríamos decir que el amor es ciego, ya que el olfato es un sentido fuertemente involucrado. Esto último se debe a la liberación de partículas diminutas llamadas feromonas que se pueden percibir olfativamente por los receptores nasales, de aquí que, el aroma de alguien te pueda resultar atractivo y a otros desagradable.
Etapa 2: la cercanía con la persona prospecto de enamoramiento desarrolla una segunda etapa que conduce al “amor romántico”. En este punto, visualizamos a la persona amada con una imagen central (como si lo viéramos entre nubes), nos paraliza y nos deja sin habla, pareciera que no podemos pensar en otra cosa. ¿¡Qué romántico, no?! Sin embargo, todo esto se debe al efecto que produce la Fea. Desde nuestro cerebro, y para salir de este estado, nuestro organismo comienza a liberar neurotransmisores como la dopamina o norepinefrina para estimular al hipotálamo que es el principal órgano endócrino.
Todas las señales químicas que se desencadena convergen en insomnio, taquicardia, el cierre de vasos sanguíneos, venas y arterias periféricas, la presión se incrementa, la temperatura corporal se eleva ligeramente y se presenta sudoración. En este punto interviene el deseo hacia la otra persona, el cual está mediado por concentraciones de hormonas sexuales como los andrógenos (en hombres) y estrógenos (en mujeres).
Etapa 3: si bien el amor es como una droga, esto se debe a la secreción de sustancias como las endorfinas y encefalinas que son los opiáceos cerebrales. Después de la tempestad viene la calma, justo son estas las moléculas que se esparcen para tranquilizar a los órganos alterados, produciendo tranquilidad, gozo y alegría, la cual se manifiesta como una sonrisa en el rostro de aquellos que han pasado por este suceso.
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Además, se produce oxitocina, conocida como “sustancia del abrazo”, que genera la necesidad de la sensación táctil, del contacto directo con la persona amada. Según los científicos, a partir de aquí se genera un vínculo que se ha establecido desde nuestros antepasados para permitir la unión biológica en pareja; incluso, se da por el tiempo suficiente para criar a un hijo (aunque en la actualidad no es un requisito). Esta etapa de una relación en pareja ya establecida, se conoce como “de apego” y se caracteriza por presentar un amor de forma apacible, pacífico, calmado, de seguridad y unión, que permanece por un periodo de tiempo largo. Bioquímicamente esta etapa está regulada, además de la oxitocina, por la presencia de vasopresina sérica y es durante el orgasmo, que los niveles de vasopresina aumentan de forma espectacular en los hombres y los de oxitocina se elevan enormemente en las mujeres.
La combinación armónica y orquestada de estos procesos, reacciones biológicas, químicas, sensoriales y por ende sentimentales, nos puede llevar invariablemente a crear una conexión muy fuerte con la pareja. Con todo lo expresado anteriormente podemos decir que aquella frase de: te quiero con todo mi corazón, no es del todo correcta, lo ideal seria “TE QUIERO CON TODO MI CEREBRO”.
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Blog en colaboración con: D.C. Jeni Bolaños Rebolledo
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