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GÉNERO EN EL MERCADO LABORAL SANITARIO

Por: Subdirección de Educación Continua. Área salud UNICLA

Actualmente se habla mucho de género pero, ¿qué es y qué implica realmente? Según la Teoría Sexo–Género, desarrollada por Cora Ferro, se debe diferenciar entre estos dos conceptos: el sexo es la diferencia biológica (apariencia física) que distingue a hombres de mujeres, propia de la naturaleza de los seres humanos (Ferro, 2001); el género, se refiere a las características socioculturales que históricamente han sido asignadas a una persona con base a su sexo; es decir, una identidad dada desde el nacimiento, constituida por prototipos de lo que es femenino y masculino en diversos espacios, que crean expectativas de los comportamientos “apropiados” para las personas, los cuales se aprenden y adoptan como algo natural e incluyen habilidades, destrezas, formas de actuar, pensar y sentir, incluso, la apariencia física (Ferro, 2001).

En cuanto a la personalidad, se espera que una mujer sea paciente, emocional, dependiente; mientras que el hombre sea racional, competitivo, con poca o nula expresión de sentimientos. En comportamientos domésticos la mujer se encarga de limpiar, cocinar, cuidar a los hijos; y el hombre, de las reparaciones de la casa, mantenimiento del auto, el dinero. En las ocupaciones, se espera que la docencia, enfermería o la administración sean áreas femeninas porque requieren sensibilidad, empatía y organización, mientras que el raciocinio, la fuerza física y el poder, se asocian a la ingeniería, química o cargos políticos, que corresponden a un hombre; e incluso tratándose del aspecto físico, la mujer ideal debe ser delgada, bonita y elegante y el hombre alto y musculoso.

En el sector salud, la Organización Mundial de la Salud señala que el género influye en el empleo, las condiciones de trabajo y trayectorias profesionales de los trabajadores, (OMS, 2023), reflejado en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2021 del INEGI, que registra 3,790,214 trabajadores mexicanos del área salud, siendo el 65.7% mujeres, es decir, 7 de 10 personas empleadas que, a menudo, son las principales profesionales de atención domiciliaria y comunitaria de cuidados a enfermos, personas con discapacidad y adultos mayores sin remuneración.

La presencia femenina se concentró dentro de los 20 a 59 años, pero a los 60 años y más, son los hombres quienes siguen ejerciendo, indicador de que las mujeres abandonan la profesión a lo largo de su vida por distintos motivos (OMS, 2023). Se encontraron como enfermeras y trabajadoras de oficina, sobresaliendo los hombres como médicos asalariados o independientes y también en puestos directivos, reflejando las barreras que las mujeres enfrentan para ser parte en la toma de decisiones dentro del sector, ligado a que, culturalmente, el hombre no se preocupa por quién cuidará a sus hijos, sus necesidades emocionales y afectivas, quién se encargará del hogar, pues muchas veces da por hecho que la esposa, madre, hijas o hermanas lo harán.

Fuente: Freepik

A su vez, del total de trabajadoras sanitarias, el 24.51% tuvo un empleo sin garantía de acceso a pensión para la vejez, a atención médica en caso de enfermedad o incapacidad, al cumplimiento de una jornada laboral, liquidación y vacaciones por ley, entre otras prestaciones, frente al 19.05% de hombres en la misma situación (INEGI, 2021).

Como trabajadores formales, los hombres accedieron en un mayor porcentaje que las mujeres a prestaciones y derechos laborales: como trabajadores de oficina se registró el 92.9% vs el 84.7% de mujeres, como personal médico el 80.7% frente a 75.9% de mujeres, en cuanto al área operativa el 75.1% frente a 64.5% de mujeres y como médicos independientes 73.2% vs 59.3% de mujeres. Únicamente, siendo profesoras, el acceso fue significativamente mayor en las mujeres con un 82.05% frente a 9.71% de hombres, dado que esta labor brinda más flexibilidad de horarios para atender otras responsabilidades.

En cuestión de salarios, los hombres registran mayor percepción: siendo médicos, los hombres ganaron 17.33% más, como trabajadoras de oficina, el ingreso femenino fue menor en un 15.62% y como trabajadoras operativas percibieron 28.64% menos. En los puestos directivos, en promedio, por cada $100 pesos que ganó un hombre, las mujeres solo ganaron $81.67 pesos, a excepción de enfermería donde un hombre percibió $649.36 pesos menos. (INEGI, 2021). Entre algunas de las causas explicativas están los años de trayectoria, que para las mujeres puede interrumpirse por la maternidad, así como las horas destinadas a la carrera profesional condicionadas por la cantidad de horas que dedican a labores domésticas no remuneradas y que afectan también las posibilidades de continuar una preparación académica, añadiéndose también la discriminación por sexo.

Respecto al lugar de trabajo, el sector público fue el principal empleador para las mujeres, prevaleciendo más los hombres en escuelas, hospitales o clínicas privadas (56.3% frente al 52.3% de mujeres), así como un mayor número de mujeres empleadas en una clínica familiar o empresa privada ganando 45% menos, en promedio $13,177.09 pesos en hombres, frente a $7,216.27 en mujeres. En las empresas privadas (sin clínicas u hospitales) ellas percibieron $68 pesos por cada $100 que sus contrapartes masculinas, y en las instituciones públicas la brecha fue de $1,184.10 pesos más para los hombres.

La distribución del uso del tiempo al interior de los hogares es importante, pues afecta o beneficia la inserción de las mujeres al trabajo formal, las jornadas que pueden cumplir, el salario al que acceden, la posición y ocupación, tipo de contrato, así como la capacidad de satisfacción de necesidades personales y familiares. El año 2021 registró que las horas promedio semanales, laboradas por las mujeres, fueron 38.9 frente a 40.9 horas de los hombres, quienes sólo destinaron 6.5 horas semanales a limpiar, cocinar, lavar, cuidar a los hijos o adultos mayores o apoyar en tareas, vs las mujeres que invirtieron el triple, es decir, 18.8 horas. Estas diferencias resultan de las reglas sociales no escritas, reproducidas generacionalmente, como el papel de proveedor económico asignado a un hombre, o que la mujer deba trabajar menos para poder ser madre–esposa.

Fuente: Freepik

Entonces, el sector sociosanitario mexicano enfrenta un gran reto que requiere incluir a las mujeres en el diseño y evaluación de los servicios de salud para responder eficiente y equitativamente a las necesidades locales de la población femenina, tanto como usuaria y como proveedora del servicio, teniendo enfoques que atiendan las necesidades femeninas en los métodos de contratación, retención de trabajadores y desarrollo profesional y que impulsen los rezagos legislativos en materia laboral relacionados con la redistribución y corresponsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados para reducir la doble jornada laboral femenina. Cabe resaltar que los sistemas sanitarios que promueven la equidad de género contribuyen a reducir las inequidades sanitarias, no solo desde el trabajo digno para todos los profesionales del sector, también mejorando la calidad del servicio, la prevención de enfermedades, el acceso a tratamientos médicos y reduciendo las tasas de mortalidad.

Ante dicho reto, las instituciones educativas son un medio de cambio que permite la transmisión de valores y concepciones que han de permear en la sociedad, rechazando la legitimización de estereotipos y/o paradigmas sociales, pues dichas instituciones representan un espacio en el cual los estereotipos sociales y culturales aprendidos pueden o reproducirse o transformarse paulatinamente al tener la expectativa de ser el espacio donde se forman ciudadanos que adquieren conocimientos y potencializan sus cualidades y habilidades para transformar de manera equitativa el medio familiar, social, político y económico donde están insertos, haciendo necesaria la promoción de planes de educación media superior y superior que incluyan materias en tronco común relacionadas con los temas de género, independientemente del área de estudio.

Referencias:

  • Ferro, C. C. (2001). Primero Pasos en la Teoría Sexo Género. Morelia, Michoacán, México: Equipo de Mujeres en Acción Solidaria, A.C., EMAS.
  • INEGI. (2020). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Obtenido de Censo de Población y Vivienda 2020[Enlace].
  • INEGI. (2023). Mujeres y Hombres en México 2021 – 2022. México: Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
  • INEGI. (2021). Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. México: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
  • INMUJERES. (2021). Instituto Nacional de las Mujeres. Recuperado en septiembre de 2023, de Sistema de Indicadores de Género.[Enlace]
  • OMS. (06 de septiembre de 2023). Organización Mundial de la Salud. Obtenido de Fact Sheet: Gender. [Enlace]

Fuente: Freepik