El precio de hacer historia
Autor: Alejandra Quezada
Alumna de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación
A propósito de la toma de protesta que se llevó a cabo esta semana del presidente número 46 de Estados Unidos de América, Joe Biden, y buscando entre curiosidades, me encontré con los dos grandes fracasos de la superpotencia mundial en aquel tiempo en el que el sueño del hombre era llegar a la luna.
Fuente: NASA
El 27 de enero de 1967, en la plataforma 34 de la estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral, un incendio en la cabina durante una prueba, acabó con la vida de los tres tripulantes del Apolo I: el comandante Virgil I. “Gus” Grissom, el piloto del módulo de mando, Edward H. White II, y el piloto del módulo lunar, Roger B. Chaffee; destruyendo también el módulo de mando. Por lo que esta nave nunca pudo despegar, no llegó a la fecha programada en que debía ser lanzada y costó la vida de tres hombres valientes.
Tiempo después, el 28 de enero de 1986, estallaba el transbordador Challenger a solo unos metros de haber despegado del suelo. Se desintegró 73 segundos tras el lanzamiento, provocando la muerte de los siete miembros de la tripulación: Francis “Dick” Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe. La nave se desintegró sobre el océano Atlántico, frente a la costa del centro de Florida.
Este hecho ha sido calificado como el accidente más grave en la conquista del espacio.
Aproximadamente el 17 % de los estadounidenses fue testigo del lanzamiento en vivo debido a la presencia en la tripulación de Christa McAuliffe, la primera maestra en el espacio y miembro del Proyecto Teacher in Space. La cobertura de los medios de comunicación sobre el accidente fue extensa: un estudio reveló que el 85 % de los estadounidenses interrogados habían oído la noticia durante la hora posterior al accidente.
Fuente: El confidencial
Resulta que ambos accidentes pudieron haberse evitado si los científicos e ingenieros de la NASA hubieran resuelto unos advertidos percances que padecían ambas naves, pero al mismo tiempo su hambre de poder les impidió hacer caso a cualquier advertencia, poniendo en peligro a los tripulantes.
En el caso del Apolo I, los astronautas supieron que la nave tenía problemas debido a la gran cantidad de materiales inflamables que llevarían con ellos en la cabina pero el encargado de certificar dicha nave, Joseph F. Shea, simplemente lo ignoró. En modo de protesta, los astronautas solamente entregaron a “Joe” una foto de ellos tres en posición de orar, con la leyenda “No es que no confiemos en ti, Joe, pero esta vez hemos decidido ir por encima de tu cabeza”. Los tres murieron por el incendio en la cabina cinco meses después.
En muchas ocasiones, la soberbia de Estados Unidos por demostrar poder y superioridad ha terminado en hechos catastróficos y convertidos en graves cifras de muerte: sin embargo, parece que para ellos es un precio bajo para siempre hacerse ver como los “héroes de la película”.
Puede ser que tengan un mejor sistema en muchos aspectos, pero también tienen grandes fallas. Un gran poder implica una gran responsabilidad y en varias ocasiones ellos simplemente la han pasado por alto. Son muchas situaciones “turbias” que esconde la superpotencia a los simples mortales. ¿Algún día serán reveladas? Eso sólo el tiempo lo dirá.
Por lo pronto, podemos decir que se ha terminado el periodo de unos de los líderes más racistas, clasistas y extremistas que Estados Unidos le ha dado al mundo, se firmó un acuerdo para que se frenara la construcción del muro y creo que Biden da esperanzas a muchos con cambios positivos, pero eso también lo veremos con el tiempo.
Fuente: NASA-EFE-NationalGeographic