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VIDRIOS Y MOSCAS: UNA CEGUERA EMOCIONAL

Por: Idiomas UNICLA

¿Qué somos, sino el producto de la integralidad de los sentidos? ¿Una vista que prepondera más que la razón? ¿O acaso es una cuestión perceptiva de la interpretación de los hechos?

Al hablar del humano, es indefectible que también se hable de lo más primitivo de éste; su carácter fenomenológico al actuar a través de sus pasiones y deseos, como también, del ecosistema natural y social, en el que ha venido conviviendo

Alguna vez, mientras trabajaba, se abrió la brecha del descanso mental. De esos instantes en que uno se queda mirando a la nada, pero pensando de todo.
Luego de unos tantos sonidos, me di cuenta que en mi ventana, al lado derecho, donde podía visualizar la calle, había en el interior de mi oficina una mosca golpeándose con el vidrio del ventanal, intentando salir a través de éste, con ese zumbido único que producen cuando se enfadan.

Decidí tomar unos minutos para analizar tal acto y poder interiorizarlo un poco más en mi vida. Quizá así, en esos pequeños detalles naturales, es que se pueda llegar a las reflexiones necesarias a recordar.

Fuente: Freepik

La mosca, en su empeño por querer salir, se golpeaba tantas veces como pude contar. Pensando que estaba fuera, no podía conciliar cómo sus grandes y anaranjados ojos le desmentían cuando su cuerpo, brusca y rápidamente, se estrujaba con una forma casi invisible: el vidrio.

Con tal convicción, la mosca seguía intentando una, y otra, y otra vez. A pesar de sus ya agotadas alas, y el esfuerzo que cometía al estrellarse, ésta seguía con su idea de que atravesaría algo que, si bien una parte de ella le decía que no estaba, otra le advertía de su imposibilidad al querer salir.

Luego empecé a cavilar. El vidrio siquiera puede interpretarse como materia, lo que es. Es más que ese plasma estático transparente que se ve, se toca, se escucha, y hasta su sonido se reconoce a leguas. El vidrio tomará el significado que le queramos dar, siendo indetectable al principio, luego de tantos golpeteos, dudaremos de por qué no logramos atravesar ciertos caminos o situaciones.

Como era de esperarse, llegué a la conclusión de que la mosca no tenía instaurado en su conciencia primitiva que, por más que intente, no logrará sobrepasar lo que sus grandes y miles de diminutos ojos le dicen; volar a través de algo que, aunque no se ve, claramente se siente. Coincidentemente así somos algunos humanos: no vemos más allá de lo que nuestras impulsivas emociones, en un primer momento, nos dicen que es lo correcto.

Fuente: Freepik

En términos masivos, es aplicable a cualquier situación mundana. Como los vidrios, existen algunas personas, que a pesar de que están en nuestro círculo social y rutinario, pensamos que el estar con ellas, es y ha sido sinónimo de “felicidad y estabilidad”; creemos que son funcionales en nuestras vidas, pero seguimos pensando en por qué no logramos concebir nuestra falta de satisfacción o sentirnos enteramente plácidos con estas relaciones y vínculos. Supe entonces que así es el sufrimiento, los miedos, la conformidad, la ansiedad, los problemas, las inseguridades, los juicios, las personas, las relaciones, las ideas, las creencias, e incluso, ciertas actividades. Hasta podríamos hablar del reflejo y el ego. El espejo, a diferencia del vidrio, aunque sigue siendo un dique para traspasar el otro lado, no muestra lo que está detrás, sino el reflejo de lo que ante él se pone: nosotros mismos. Y no es lo que nosotros queramos ver, si no lo que él nos muestra en su realidad.

Al final, todos estos aspectos se camuflan en la invisibilidad de lo “normal”, lo “apenas notable”, la “costumbre” de nuestros ojos y nuestra vida. Podrás decirte con argucia que es algo que podrás pasar, dominar y atravesar, pero como realmente no lo tocamos, más que sólo lo percibimos con un sentido, creemos controlarlo.

Así es la verdad, contrapuesta en la mentira; nos inventamos una supuesta verdad que queremos, que deseamos y, que sobre todo, no dejamos desvanecer o siquiera dudar porque sea falsa, dada su vidriera que parece “sana”; pero en el fondo, es algo que se sufre pasivamente. Ahora, y concibiendo la oportunidad de traspasarlo, la mejor forma de afrontar el conflicto es primero comprenderlo, aceptarlo, y luego transformarlo.

Como cualquier vicisitud en la vida, todo tendrá una salida… siendo metafórica e inventada, pero la hay. Dejé de mirar la mosca y me reincorporé en el trabajo que se me había acumulado por estar embelesado viéndola.

Después de que me levanté para entregarle a mi compañera de trabajo unos informes, me comentó: -estos insectos molestan y molestan para después estar en todas partes-, señalando una mosca, fuera, en la parte exterior del vidrio. Es ahí que se comprende que, una vez interiorizado el problema, será más fácil atravesar la duda y salir con lo real de nuestros deseos.

Y ustedes, ¿qué vidrio creen que han tenido y hasta ahora se dan cuenta de él?

Fuente: Freepik