El verdadero origen de San Valentín
Autor: Alejandra Quezada
Alumna de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación
Normalmente acostumbramos en febrero festejar el día de San Valentín o día de los enamorados; lo asociamos con Cupido, ese serafín alado que va por el mundo disparando flechitas de amor a diestra y siniestra para hacernos caer en ese juego que tanto nos gusta: las mariposas en la panza, las palabras cursis, los cariñitos, los corazones rotos y así, el círculo vicioso.
Probablemente a todos nos han roto el corazón en una o más ocasiones, pero cuando todo comienza bien, es una adrenalina que no puede pasar desapercibida. Nuestro cerebro segrega serotonina y endorfinas que nos hacen felices cuando estamos enamorados; aunque tenga momentos malos, es un precio justo por estar en un éxtasis momentáneo. En fin, todos damos flores y chocolates este día y no sólo a la pareja, también festejamos la amistad, a eso amigos leales, con un detalle o un abrazo; pero la cuestión es: ¿sabemos por qué lo hacemos?, ¿de dónde viene esta celebración?
Tal vez no tenían esa duda pero se las voy a resolver hoy, ya que me enteré de una manera muy peculiar hace unos 3 o 4 años, y ahora se los platico a ustedes más a fondo.
Primeramente, San Valentín es el patrono de los enamorados según la religión cristiana, la historia más conocida y acorde a esta definición del Santo, es que fue un mártir decapitado en el año 270 por el emperador Claudio “El Gótico”, por tener como una de sus causas el defender que los jóvenes solteros contrajeran nupcias con sus amadas.
La razón por la que Claudio no quería que los jóvenes solteros se casaran era porque, según él, eran mejores soldados para librar batallas aquellos que no tenían distracción alguna en el amor o en el hogar.
Valentín era un doctor educado con la fe cristiana que se hizo sacerdote, un sacerdote que casó en secreto parejas jóvenes por parecerle absurdo el decreto del emperador. Pero aunque Valentín intentó disuadirlo de su decisión hablándole del amor a Dios, no lo logró y finalmente fue decapitado.
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Después de esta historia el papa Gelasio I nombró el 14 de febrero como el día de San Valentín, añadiéndose al calendario litúrgico desde el año 494; y se festejó durante 15 siglos hasta que en 1969, después del Concilio Vaticano II, lo quitaron de dicho calendario. Sin embargo, para entonces la celebración ya había echado raíces en la sociedad por lo que se siguió celebrando y, tras la Revolución Industrial, se comenzó a globalizar como una fecha para comprar y regalar tarjetitas del día de los enamorados. Sin duda, el negocio ha crecido muchísimo.
Pero antes de que esta celebración se le atribuyera a San Valentín y a la iglesia, no era más que una celebración pagana, parte de las celebraciones Lupercales que hacían alusión a la fertilidad, que incluían sacrificios y que se llevaba a cabo en un bosque.
Las fiestas Lupercales duraban tres días y hacían honor a Lupercus, el protector de los pastores y a la loba que, según la leyenda, encontró a Rómulo y Remo, los fundadores de la antigua Roma debajo de una higuera y los amamantó para evitar que murieran de hambre, pero esa historia es para otra ocasión. Esta fiesta celebraba el inicio de la primavera y también la fertilidad.
Y, para no hacer el cuento largo, como ven, el origen no tiene mucho que ver con el día de los enamorados; simplemente, fue una fiesta pagana que la iglesia tergiversó para acabar con actos poco ortodoxos como los sacrificios de animales.
Quizás al papa Gelasio le simpatizaban mucho las cabritas, digo, ¿a quién no?, pero a pesar de eso, todos somos felices hoy en día recibiendo y dando chocolates y corazones.
¡Qué bien por las cabritas!
Fuente: Museo del Prado