Cómo dejar de procrastinar en clase y en el trabajo
Autor: UNICLA
¿Es habitual que atrases ciertas tareas en el ámbito académico y profesional? ¿Buscas excusas que calmen el remordimiento por no asumir una obligación? ¿Tratas de eludir todo aquello que te supone una situación incómoda, estresante o dolorosa? Si respondiste que sí al menos a una de las preguntas anteriores, ¡ten cuidado! Si no haces algo al respecto eventualmente podrías convertirte en un procrastinador crónico.
Admitámoslo, todos en algún momento nos hemos escabullido de alguna tarea o responsabilidad para refugiarnos en una actividad más agradable, a esta evasión se le denomina procrastinar. Hacerlo de forma continuada puede acabar convirtiéndose en un trastorno de comportamiento; por ello, es importante que sepas identificar, manejar y evitar las actitudes dañinas que te impiden cumplir con tus objetivos académicos, profesionales y personales.
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Yo procrastino, tú procrastinas, todos procrastinamos…
Sí, existe un verbo para definir cuando dejamos de lado lo que se supone que debemos estar haciendo para realizar otra actividad, pero no siempre es un asunto de pereza o mala gestión del tiempo, para entenderlo mejor empecemos por definir el concepto.
Etimológicamente, “procrastinación” deriva del verbo en latín procrastināre: postergar hasta mañana. Sin embargo, es más que postergar voluntariamente. La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia: hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.
La procrastinación no es un defecto de carácter, sino una manera de enfrentar las emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento, etcétera.
Cuando postergamos algo, somos conscientes de que habrá consecuencias negativas y aún así continuamos haciéndolo, eso pasa porque al evadir o cambiar nuestra tarea por una más agradable, experimentamos una sensación de alivio, recibimos una especie de recompensa. Y si el conductismo básico nos ha enseñado algo, es que cuando somos recompensados, tendemos a hacerlo de nuevo. Esta es la razón por la que la procrastinación no suele ser un comportamiento de una sola vez, sino un círculo que fácilmente se convierte en un hábito crónico. Pero no te preocupes, aquí obtendrás algunos consejos que pueden ayudarte a lidiar con las emociones negativas que te llevan a procrastinar.
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1. Si estás leyendo esto, ¡felicidades! Has dado el primer paso
Ser consciente de un mal hábito es siempre el punto de partida para modificarlo.
2. Aplica la regla de los dos minutos
Si la tarea que vas a realizar puede hacerse en menos de dos minutos, no planifiques, ¡comienza! De esta forma no tendrás tiempo para posponerla y antes de darte cuenta habrás terminado.
3. Utiliza tu agenda. Sí, esa que te dieron en el intercambio navideño
Aunque no lo parezca, anotar tus tareas diarias y semanales ayuda mucho a administrar el tiempo y ordenar prioridades. También puedes valerte de alguna aplicación diseñada para enviarte recordatorios sobre eventos y fechas importantes. Un consejo, no sólo anotes la tarea sino el valor que esta tiene o lo que significa para ti su realización, ¡date ánimos! Por ejemplo, si debes elaborar un trabajo final no sólo anotes la fecha de entrega, también escribe la recompensa que obtendrás después, como una salida con amigos, ver una película, estar cada vez más cerca de terminar el curso, etcétera.
4. A proyectos muy grandes, tareas pequeñas
Éste es el principio del progreso. Implica dividir un gran proyecto en pequeñas metas para tener la satisfacción de haber completado actividades a corto plazo y no sentir que te atrasas o te distraes del objetivo.
5. Cuida y trabaja tu salud mental
El autoconocimiento es la base para acabar con los límites que tú mismo te impones, sé consciente de tus sentimientos y trata de influenciar tus pensamientos. Si sientes que no estás concentrado o rindiendo lo suficiente haz una pausa, toma un respiro y recuerda tus motivaciones. Está bien no sentirse bien y delegar siempre es una opción si la carga de trabajo o el estrés te están haciendo daño.
6. Ama lo que haces
Finalmente, elige siempre actividades y proyectos que te satisfagan y contribuyan a tu crecimiento personal, de esta manera siempre encontrarás la motivación que necesitas para seguir adelante.
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